Bodega Soledad

El Blog de Bodega Soledad

Fecha de publicación:
24 de febrero de 2017
Categorías:
El vinoGastronomía

Cómo catar un vino en cinco pasos

Beber vino es algo más que descorchar una botella, llenar la copa y llevársela a la boca. Muchas veces ni siquiera sabemos lo que bebemos: si es un vino joven, un crianza, un reserva; si está fermentado en barrica; si procede de Ribera del Duero, de Rioja o de otra de las 69 Denominaciones de Origen que existen en nuestro país. Beber vino no es algo sencillo, pero tampoco tiene por qué ser demasiado complicado. Cansados estamos de tecnicismos, de palabrería rara, no tenemos por qué meternos en la piel de un sumiller o un enólogo para hablar o decir cómo es o sentimos un vino. Es importante utilizar nuestro lenguaje de andar por casa para acercar conceptos y poder explicar y entender lo que bebemos.

A veces observamos el ritual que rodea una cata ojipláticos, pensando “madre mía, que difícil tiene que ser eso, yo no podría hacerlo”. Pues sí y no. Es difícil si, pero con entrenamiento y poniendo alerta tus sentidos lo puedes conseguir. Lo más importante a la hora de catar un vino es saber disfrutar de sus colores, gozar con sus aromas y abandonarnos a su multitud de sabores y recuerda: la cata es una experiencia personal marcada por tu memoria y tus sentidos.
Queremos darte cinco consejos para que aprendas a catar un vino y no morir en el intento.

1. Aunque en ocasiones no prestamos atención a este aspecto, el lugar donde realicemos la cata es muy importante para poder apreciar el aspecto del vino y su color; que no haya olores fuertes -ni buenos ni malos- para poder apreciar y distinguir su aroma; y por último que la temperatura sea la adecuada, un ambiente relativamente fresco –pero sin exagerar- evitará que los vinos se calienten.

2. La temperatura del vino merece especial atención. No abuses del frío en los blancos ni rosados ni sirvas los tintos como un caldo. Los tintos deben servirse a unos 16º y los blancos a 10º.

3. La vista es la primera fuente de información del vino. Su color nos dirá la edad del vino en cuestión, además de contarnos si ese vino tiene o no algún defecto. Observa el color a través de la copa y sobre un fondo claro, si es blanco mejor, así podrás apreciar mucho mejor su intensidad, su transparencia, matices y su brillo. Un tinto de color intenso, violáceo corresponde a un vino joven, cuanta más edad va teniendo un tinto su color va tornando en rojo más apagado, a tonos más marrones. Los blancos se mueven en la familia de los amarillos y dorados.

4. El olfato, sin duda la parte más importante y compleja de la cata. Reconocer los olores es cuestión de práctica, de aprendizaje, de memoria. Describir lo que el sentido de cada uno de nosotros percibe es casi imposible. Es una parte muy particular y compleja de la cata y por ello se han diseñado patrones olfativos para el entrenamiento de nuestra memoria olfativa. Los aromas más comunes que nos encontraremos son: maderas, especias, flores, frutales, herbáceos, frutos secos o balsámicos. Cuando estés oliendo un vino recuerda estos aromas y seguro que identificarás más de uno.

5. Por último el sabor. El sabor dulce lo percibimos en la punta de la lengua; el ácido, en los laterales y debajo; el salado, en los bordes y el amargo, en la zona posterior de la lengua. Además a través de la boca podemos tocar el vino y conocer su textura, astringencia o su grado alcohólico. Podríamos hablar de tres momentos en esta fase: cuando lo llevamos a la boca descubriremos sensaciones dulces, ácidas además de su frescura. Su paso en boca nos dirá cómo nos sabe, su cuerpo y amplitud. Una vez tragado nos enseñará aromas y su persistencia.

Aunque hay un lenguaje más o menos establecido para hablar de todas estas cualidades y características del vino puedes utilizar el tuyo propio para explicar cómo sientes un vino. Recuerda que hay tantos vinos como momentos en la vida y que cada uno percibe y siente el vino de manera diferente.

 

Fuente: www.demoslavueltaaldia.com