Bodega Soledad

El Blog de Bodega Soledad

Fecha de publicación:
29 de septiembre de 2021
Categorías:
ActualidadCalidadEl vinoGastronomíaSalud

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¿Puedes comer paella con tinto gran reserva?

En este sentido, no: no te recomendamos comerte una paella con un vino de gran cuerpo y madurez, porque perderás el sabor suave de la paella, que quedará enmascarado por la untuosidad del tinto.

Los principales maridajes:

Paellas y arroces en general: A los arroces en general les van bien los blancos ligeros y secos, con aromas frutales pero no demasiado dulces, o bien con toques de acidez, aunque matizada. Otra opción es usar tintos de variedades ligeras como Pinot Noir, algunas italianas que dan vinos de grado bajo pero con aromas y algunos penedés. En este caso buscaremos un cierto contraste con el sabor de la paella, pero sin que se anulen entre sí. En caso de arroces con salsas de gran fuerza, como los sofritos, es mejor optar por estos tintos ligeros.

Marisco: Al marisco le van los blancos en general, incluso los dulces y florales como el riesling alemán o el albariño, su pariente gallego. Desde blancos secos y ácidos a otros untuosos y pasados por barrica. La razón es que el marisco es un producto con gran variedad de sabores, desde el cuerpo a la cabeza y tiene puntos tanto fuertes como suaves. Debemos evitar los vinos licorosos dulces, que reservaremos solo para los postres. Los rosados casan bien con el marisco.

Carnes de ave: La carne de ave tiene bastantes registros en función del animal del que provenga y el guiso que se haga. El pollo asado o a la plancha, al igual que el pavo, casa con vinos blancos secos pero no ácidos como los clásicos atlánticos. Mejor usar variedades mediterráneas como el xarelo, la parellada, la garnacha blanca, el macabeo, el pedro ximenez, el moscatel romano, etc. Ofrecen blancos de cuerpo que ayudarán al sabor. En el caso de guisos de pollo con salsas, los blancos ligeros o medios, jóvenes pero de variedades potentes, como son la mayoría de las españolas, funcionan bien.

Ensaladas: A las ensaladas les va bien tanto el rosado como el blanco seco con aroma frutal, pero no los vinos con toque dulce. Puede funcionar un blanco con cierta acidez que acompañe por su frescor en boca.

Carnes frías: Para un rostbeef, un carpaccio, etc., funciona bien un blanco seco, con cuerpo o sin, así como tintos ligeros. Pueden ir bien los rosados, pero conviene evitar los tintos potentes, ya que pueden enmascarar el sabor de la carne, que no es muy fuerte.

Pescados blancos: Los pescados blancos y a la plancha casan muy bien con los blancos secos ácidos como el ribeiro, el verdejo o el txakolí, pero también con los de tonos más dulces como el albariño, aunque hay que evitar los dulces alemanes a no ser que el pescado lleve condimento. Conviene en estos casos evitar los rosados. Si el pescado está hecho al horno y lleva condimentos y guarnición el sabor de su carne está más concentrado y es bueno optar por blancos mediterráneos secos y con cuerpo, incluso pasados por barrica. También los rosados tienen cabida en estos casos e incluso algún tinto de tonos muy suaves si el pescado va en guiso tipo zarzuela o suquet.

Pescados grasos: Para los pescados como el atún, la caballa, el salmón o la trucha, se puede usar un blanco mediterráneo o bien un tinto ligero o incluso medio, es decir un rioja joven o un ribera, pero que no tengan un cuerpo excesivo.

Comida asiática: Entendemos como comida asiática aquella basada en arroces, pescados crudos o hervidos y carnes blancas o rojas maceradas. Se trata de una cocina con muchas salsas y especias, a veces dulces o agridulces, a veces picantes, pero siempre con sabores muy complejos. Son recomendables blancos con cuerpo y pasados por barrica o otros más ligeros y jóvenes pero secos y con baja acidez, que tenga cuerpo y fruta, que acompaña a los sabores de Asia. Los rosados podrían funcionar.

Carnes rojas: Las carnes rojas son el territorio de los tintos de variedades poderosas, como la garnacha, el cariñena, el juan ibáñez o la cabernet sauvignon, el monastell, etc. También variedades foráneas como syrah, malbec o zimfandel, que tienen un sabor muy potente y festivo, les van bien. Por supuesto, vinos curtidos y maduros como los riojas y riberas de crianza a gran reserva, casan perfectamente con una buena carne roja. Para los que se lo puedan permitir, un buen tinto barolo les hará las delicias. Chocolates y postres basados en el cacao el café: Son perfectos para degustar un buen tinto potente y con cuerpo, que no sea excesivamente afrutado sino que tenga toques minerales. El contraste resulta espectacular. Es el territorio genuino para un buen priorato, uno de la tierra de barros, un toro, un bierzo, un montsant, etc.

Postres dulces: Casan con vinos dulces, desde el moscatel a la mistela o la malvasía, pasando por un riesling aleman de grado, un sauternes francés o un tokaji húngaro de tres a seis putoños. Un oporto joven o un madeira también joven resultan proverbiales en este caso.

Aperitivos: nuestro estupendo Kruberg, un vino de aguja gasificado de baja graduación. su toque burbujeante lo hace ideal para aperitivos y entrantes.

Quesos: El mundo de los quesos es casi tan amplio como el de los vinos, y hay expertos que creen que hay una variedad de uva pasa cada queso. Pero en términos generales, puede asignarse a los quesos tiernos y grasos los vinos blancos con cuerpo o bien secos ligeros, e incluso algo dulce que sea suave, ya que nos dará un contraste. Para los quesos azules, potentes de aroma y sabor, es mejor ir a tintos de tono ligero pero afrutado, o bien tintos medios, es decir variedades potentes pero sin barrica. Los quesos curados y muy curados aceptan en cambio muy bien los tintos potentes y maduros, pasados por barrica.

fuente: www.eldiario.es