El Blog de Bodega Soledad
Los aspectos fundamentales que se deben tener en cuenta para conservar el vino son:
•La ubicación. Dentro de la casa, debemos buscar el lugar ideal para almacenar nuestro vino. Normalmente la cocina es uno de los peores sitios por sus vibraciones, ruido y calor. El lugar ideal es un espacio natural pero, si no se dispone, se puede utilizar un armario climatizado o, en su defecto, un armario oscuro situado en el rincón más fresco de la casa, generalmente en las plantas bajas o los sótanos.
•Las vibraciones. Es importante evitar cualquier tipo de vibración fuerte y continua que pueda afectar al vino, ya que éstas son muy perjudiciales. Pueden llegar a producir lo que se conoce como “fatiga del vino”, especialmente aquellas vibraciones que se producen de una forma regular y continuada.
•La ventilación. Nuestra bodega debe tener una buena ventilación para evitar la formación de olores no deseados. Se dice que el vino “respira”. Es por ello que resulta necesario alejar cualquier fuente de olor fuerte, porque puede llegar hasta el vino atravesando el corcho.
•La luz. Los vinos deben estar almacenados en un lugar oscuro. La luz y el sol son los mayores oxidantes. Si existe luz, lo mejor es que nunca sea directa. Los rayos ultravioletas del sol favorecen la oxidación, lo que hace envejecer al vino prematuramente.
•El movimiento y la posición de la botella. Es recomendable no mover las botellas de vino una vez almacenadas. Estas deben conservarse tumbadas o inclinadas, de tal forma que la burbuja de aire del interior se sitúe en el hombro de la botella y el corcho permanezca constantemente mojado e hinchado. La posición ideal de la botella sería tumbada con una leve inclinación del 5%. El vino debe almacenarse de tal manera que no haya que mover unas botellas para llegar a otras.
•La temperatura debe ser lo más estable posible, sin oscilaciones térmicas o con las mínimas posibles. Las oscilaciones de temperatura nunca deben de ser mayores de 1,5º al día y de 3º al año.
•La humedad. Con la humedad pasa un poco como con la temperatura. Una humedad relativa baja (menos de 60%) provoca que el corcho se seque y se deteriore, permitiendo que entre aire. Una humedad relativa alta es recomendable, ya que mantiene los corchos húmedos y la evaporación al mínimo. Sin embargo, si supera el 80% puede favorecer el desarrollo de parásitos que ataquen el corcho y causan serios problemas en nuestra bodega.
Como norma general, y respetando todos estos factores, no conviene olvidar que los vinos deben guardarse durante cierto tiempo concreto. No todos los vinos envejecen igual, ni tan siquiera todos son aptos para envejecer.
Los vinos sin crianza normalmente no mejorarán con el tiempo. Los vinos que sí la han recibido, como norma general se pueden almacenar entre 2 y 10 años para madurar, pero influyen otros muchos factores como son el tipo de vino, la variedad de uva, su elaboración, el tipo de crianza, su graduación, el equilibrio entre su azúcar, ácido y taninos, las condiciones de conservación y de almacenaje… que hacen que no exista una cantidad exacta de años para que su envejecimiento esté controlado. Cada botella tiene su ritmo de evolución y maduración.
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