Bodega Soledad

El Blog de Bodega Soledad

Fecha de publicación:
14 de noviembre de 2018
Categorías:
El vinoGastronomíaMercados

Los 7 pecados capitales que cometes con el vino

El mundo del vino está lleno, plagado, de tópicos que una y otra vez se repiten sin cuestionarlos, reafirmando esas falsas creencias entre los consumidores.

Si dedicas dos o tres minutos a leer este artículo, probablemente tu visión con respecto a los vinos cambiará. También es posible que aprendas dos o tres cosillas para disfrutarlos mejor.

Te presentamos a continuación los siete pecados capitales que la mayoría de consumidores comenten con el vino:

1 – GUARDAR EL VINO PARA LA ETERNIDAD

Una vez comprado, el 95% de los vinos NO mejora con los años. El 4% de los vinos puede mejorar algo en los próximos tres a cinco años, y sólo uno de cada 100 vinos puede mejorar con el tiempo y en la mayor parte de los casos no más de 10 años, tiempo a partir del cual inician su declive.

El marketing, la imagen generada en medios, los coleccionistas de vinos o incluso el género literario («mejora con los años como el buen vino») han creado el que posiblemente sea el mayor mito del vino.

Cuando una bodega pone un vino a la venta es porque considera que es el mejor momento para beberlo, o como mucho guardar unos pocos años.

No obstante lo anterior, uno de los pecados capitales que comenten la mayoría de consumidores que disponen de unas botellas, una pequeña bodega o colección de vinos que tienen que guardar, es la manera en que se almacenan, especialmente en el hogar.

Si el vino se va a consumir de inmediato (dentro del siguiente mes) puede guardarse en posición vertical. Si el vino no se va a consumir de inmediato debe estar en contacto con el corcho, en posición horizontal (aunque en los últimos tiempos hay voces que cuestionan esto).

La luz no es amiga de la buena conservación de los vinos, por tanto deben guardarse en sitios oscuros o poco iluminados.

La temperatura ideal para conservar una botella es siempre inferior a 15ºC. Si nos pasamos, aumenta la actividad microbiana y los componentes del vino se alteran. Por otro lado, el peor enemigo de una botella es un cambio brusco de temperatura. Por ello, además de la oscuridad, las botellas hay que mantenerlas en un lugar fresco, bien ventilado y, sobre todo, sin oscilaciones térmicas importantes. Los peores sitios para almacenar vino: La cocina y el trastero si es de los que están en la parte superior de la edificación.

2 – SEGUIR SIEMPRE LA REGLA DEL COLOR

El otro gran error que comete la mayoría de personas es seguir siempre la (errónea) regla del color. El vino y los alimentos NO siguen la regla del color «tinto para carne y blanco para pescado», sino la regla del sabor, por ejemplo «tinto joven para pescado y blanco con cuerpo para carne blanca».

Hoy sabemos que la combinación del vino con el plato no depende del color, sino de la capacidad de éste en maridar con la comida, entendiendo maridaje como la cualidad del vino de potenciar el alimento por sus cualidades, principalmente acidez y tanicidad.

3 – SERVIR EL ESPUMOSO DESPUÉS DE COMER

Es habitual usar el Cava, el Champagne o cualquier otro vino espumoso para brindar en los postres pero esto es, precisamente, lo peor que podemos hacer. En los postres sería mejor utilizar un vino dulce. Realmente un buen vino espumoso, se deberían tomar al inicio de una buena comida, con los aperitivos, para ser apreciados mejor.

Por otro lado, la capacidad de las burbujas para «limpiar» la boca, especialmente en alimentos grasos, unido a la finura de estos vinos, sobre todo si son brut o extra-brut (es decir, secos, sin azúcar), los hacen perfectos para acompañar una comida completa.

4 – SERVIR LOS BLANCOS FRÍOS Y LOS TINTOS NO

Servir los tintos demasiado calientes siguiendo el mito de «a temperatura ambiente» es un grave error que estropea el gusto y los aromas del vino. El vino tinto debe estar fresco, la botella de vidrio debe estar fría al tacto y su temperatura de servicio suele estar entre 11 y 15ºc, mucho menos que la temperatura «ambiente» de hogares y restaurantes, que habitualmente no suele bajar de los 20ºC.

Por el contrario, la mayoría de personas enfrían demasiado los blancos y los espumosos, lo que convierte el vino en anestesia para nuestras papilas y suprime todos los aromas. Al igual que los tintos, los blancos y espumosos tienen su propia temperatura. Una hora de nevera o unos minutos en cubitera es suficiente.

5 – USAR COPAS INCORRECTAS

Las copas y el servicio tienen una importancia capital en la degustación de vino. Llenar la copa hasta arriba, además de mal gusto, propicia por un lado que el vino se calentará al permanecer más tiempo en copa y por otro que los aromas se perderán en el ambiente.

Una regla simple: sirva siempre un tercio de la copa y mucho mejor si sirve solo un cuarto. Dos excepciones: Los espumosos servidos en copa de flauta (nunca en copa de cóctel) y los vinos generosos servidos en copa de jerez pueden llenarse más de la mitad, pero sin llegar hasta el borde, lógicamente.

Por otro lado las copas deben ser grandes, de cristal o vidrio fino, transparentes, sin dibujos ni tallados y deben estar muy limpias. Huelga decir que nunca se debe servir el vino en copas mojadas.

6 – COMPRAR MAL EL VINO

El precio puede ser un indicativo de calidad hasta la medida que refleja los costes de producción, pero más allá de estos solo suponen marketing o el valor que están dispuestos a pagar los consumidores por determinadas satisfacciones personales. Por tanto no siempre más caro es mejor.

En este sentido, vinos con mayores elaboraciones y por tanto mayores costes tendrán un precio mayor que vinos con elaboraciones más sencillas, pero si ambos están correctamente elaborados serán buenos vinos, solo cambia la tipología o fin al que se destina. Lo mismo ocurre con un vino con D.O., que ofrece estándares mínimos de calidad, pero ello no implica que un vino sin DO sea peor.

Así que el mito de que los vinos caros son los mejores no es del todo cierto ya que el encarecimiento de un vino a veces es por otros motivos que no están relacionados con la calidad del mismo. La mejor regla: informarse y probar, ya que los gustos propios son el mejor indicador de calidad, el mejor vino es el que te gusta a ti.

7 – BEBER TINTOS CON CRIANZA Y BLANCOS JÓVENES

Es cierto que los tintos con crianza suavizan los taninos y los blancos jóvenes potencian su frescura. Pero también es cierto que existen multitud de vinos tintos jóvenes de gran calidad y blancos con crianza verdaderamente sabrosos.

Una de las grandezas del vino es su enorme variedad lo que nos otorga la ventaja de poder probar vinos de todo tipo. ¿Se imaginan comer todos los días lo mismo? Algo así ocurre con muchos consumidores de vinos. Uno de los grandes pecados de muchas personas es ceñirse a un limitado tipo de vinos, de tal manera que se pierden multitud de sabores y disfrutan mucho menos.

Disfrutar el sabor frutal de un tinto joven, los complejos matices de un blanco fermentado en barrica y con crianza, los fantásticos y versátiles rosados, los «todoterreno» generosos y espumosos, y todo aquello que se cruce por tu camino, es una de las mejores maneras de hacer crecer tu abanico de sensaciones y tu cultura en vinos.