El Blog de Bodega Soledad
Se denominan vinos «tranquilos» a aquellos obtenidos mediante la fermentación alcohólica natural del mosto o zumo de la uva. La fermentación se debe producir de manera natural por la acción de levaduras que transforman el zumo en vino.
Es decir, en la elaboración de estos vinos no se producen grandes cantidades de gas carbónico. Por tanto, podemos definir como vinos tranquilos aquellos que no tienen burbujas, producidas por la presencia de gas carbónico, sea éste natural o inducido. De forma genérica se suele llamar «vino» a cualquier «vino tranquilo».
En el lado opuesto nos encontraríamos con los vinos espumosos o espumantes que son aquellos que si presentan gas disuelto. El gas de estos vinos proviene, normalmente, de una segunda fermentación de un vino tranquilo dentro de la propia botella cerrada (o en algunos casos en depósitos), el CO2 que se produce no puede escapar y se disuelve en el líquido. Un caso aparte son los vinos gasificados a los cuales se les añade artificialmente el gas a la manera de los refrescos gaseosos.
Por tanto, atendiendo a una primera clasificación en función de la presencia de gas en el vino podemos afirmar que existen dos tipo de vinos:
En una segunda clasificación en función de la presencia de azúcar en el vino podemos ordenar los vinos tranquilos y espumoso del siguiente modo:
Vinos tranquilos
Vinos espumosos
VINO NERVIOSO
Si bien, uno de los creadores del vino espumoso en el siglo XVII, el monje Dom Perignon, que da nombre en la actualidad a la popular marca de Champán, definió a sus vinos obtenidos por el método de la segunda fermentación (método champanés) como «vinos nerviosos» o «vinos del diablo», en la actualidad este nombre no se utiliza para denominar a los vinos espumosos.
Hoy se emplea el término «vino nervioso» como parte del lenguaje de cata entre expertos para denominar a un vino «vigoroso», es decir con un exceso de acidez. También es empleado en enología para definir a un vino sin reposo en bodega.
FUENTE: www.vinetur.com
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